viernes, 24 de abril de 2015

Al principio del camino

Hace pocas semanas nuestro hijo de 3 años fue evaluado en un centro especializado en altas capacidades, y le han detectado sobredotación intelectual, con un CI de más de 160 en la escala de Stanford-Binet y una edad mental de casi 6 años.

Lo que hasta ahora era una sospecha, se ha confirmado. Cuando te explican los resultados, te surgen muchas dudas, que se suman a las que de por sí ya tiene cualquier padre o madre, y que te dejan un sabor agridulce. Por una parte, te sientes feliz de que tu hijo tenga una alta inteligencia, que puede ser, al menos en teoría, una buena herramienta para darle más oportunidades de logro en la vida. Pero por otro lado, te preocupa si vas a poder cubrir todas sus necesidades, qué opinará la familia, qué ocurrirá en el colegio cuando les informes, qué pasará con sus amigos y sus padres, y en general, te preguntas si la sociedad le permitirá desarrollarse plenamente, tanto a nivel intelectual como emocional.

Yo también tengo sobredotación, aunque a mí me la detectaron siendo ya adulta, y mi niñez fue bastante complicada, por decirlo de forma suave. Pienso que mis experiencias podrán servir a mi hijo para allanarle parte del camino, y evitar al menos que tropiece en las mismas piedras que encontré yo. Él encontrará otros obstáculos, y ahí estaremos sus padres para apoyarle, ayudarle a levantarse cuando se caiga, y animarle al llegar las cuestas y las tormentas. Y ojalá cuando crezca y mire hacia atrás, tenga buenos recuerdos de su infancia, de sus años de colegio, de sus amigos, y un montón de vivencias positivas, pues eso significará que podrá construir su vida de adulto sobre una base estable y adecuada.

Este largo camino que emprendemos lo quiero compartir con todos los padres y madres, tanto aquéllos cuyos hijos también tienen altas capacidades, como los que no las tienen, pues estamos todos en el mismo barco y todos queremos lo mismo: que nuestros hijos sean felices. Las altas capacidades son un rasgo más de la persona, no una cuadrícula para que te encierren en ella y te aíslen del mundo exterior. Son niños como los demás, con sus virtudes y defectos, y necesitan amor, respeto y comprensión como cualquier otro ser humano.

Y dadas las dificultades que estamos encontrando en el colegio para que le ofrezcan la atención individualizada que necesita, se me ha ocurrido una idea para que todos los padres que se encuentren en nuestra situación, podamos hacer algo. Lo iré comentando en artículos posteriores.

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